Nací en un pequeño pueblo marinero de Huelva, en Isla Cristina, un lugar rodeado de agua salada, luz y alegría. Mi vínculo con el mar, el bosque y la naturaleza ha sido siempre una fuente de calma, reconexión y silencio. Ese silencio, tan necesario para mí, es lo que me ayuda a volver al centro, y por ello lo busco en todo lo que hago.

Soy una persona creativa, vital e inquieta por naturaleza. Desde muy pequeña me ha fascinado comprender cómo funciona el mundo y la vida en general. Siempre he estado enamorada del movimiento y de la fluidez corporal; danzaba sin más motivo que sentir la libertad que me regalaba. Esa misma búsqueda de libertad y presencia es la que me llevó a encontrar en el yoga una de mis grandes pasiones.

Tengo Alta Sensibilidad, algo que me permite conectar de forma profunda e intuitiva con mi entorno y con las personas que me rodean. Me conmueve la belleza, el arte, el tacto consciente y la sensibilidad como lenguajes del alma. Por eso, en todo lo que hago intento integrar estos valores, lo que dio origen a mi amor por el quiromasaje y las terapias manuales: el arte del tacto consciente.

Hoy, acompaño a otras personas a reconectar consigo mismas a través del cuidado, la presencia y el movimiento. Mi propósito es ofrecer espacios seguros donde cuerpo, mente y emoción puedan expresar, aliviar y transformarse.

Te doy la bienvenida a este lugar creado desde el corazón.